¿Qué es la autocompasión? Claves para desarrollarla y su importancia

Los seres humanos nacemos dotados de una serie de respuestas emocionales básicas, las cuales nos permiten desarrollarnos de manera exitosa y forjar lazos afectivos con los iguales. Gracias a las emociones básicas, podemos ir adquiriendo mediante la interacción con el entorno otras de mayor complejidad, que suelen contar con un marcado carácter social. Entre otras habilidades, los seres humanos aprendemos a conectar con los otros y desarrollar esa cualidad que conocemos como empatía, que nos ayuda a salir de nuestro egocentrismo y entender que los demás también pueden pensar y sentir cosas.  Gracias a esto, somos capaces de compadecernos del otro cuando observamos que sufre, brindar apoyo y sacar nuestro lado más humano para ayudar.

¿Qué es la autocompasión?

Si bien tenemos ampliamente normalizada la experiencia de sentir compasión hacia el que tenemos al lado, la cosa cambia cuando se trata de conectar con nuestro propio sufrimiento. A menudo, cuando nos encontramos mal o las cosas se ponen difíciles, somos altamente críticos con nuestra persona y no nos damos ese apoyo que sí que brindaríamos a los demás en nuestra misma situación.

En este sentido, la psicología viene desarrollando todo un campo de estudio alrededor de un concepto conocido como autocompasión, el cual puede resultar clave para comprender el malestar emocional de las personas y cómo transitarlo de la forma más saludable posible. Seguramente el término autocompasión te lleve a pensar en cierta actitud victimista con uno mismo. Sin embargo, compadecernos de nosotros no tiene que ver con lamentarnos o enquistarnos en el sufrimiento. Más bien, tiene que ver con aspectos como los siguientes:

• En primer lugar, la autocompasión implica, tal y como sucede si sentimos compasión por otra persona, notar que hay una experiencia de sufrimiento. En otras palabras, para sentir compasión hacia fuera y hacia dentro es preciso conectar con todas nuestras emociones, incluso aquellas más desagradables. Si no nos damos permiso para sentir tristeza, rabia, culpa...es complicado poder adoptar una actitud compasiva.
• En segundo lugar, la compasión tiene un componente de bondad y cariño. Lejos de reaccionar como el más crítico juez, la autocompasión permite acoger el dolor con cuidado y calidez. Se busca dar soporte y acompañar, no machacar o fustigar.
• Finalmente, la autocompasión también requiere normalizar la experiencia de sufrir. Cometer errores, sentir emociones ambivalentes, vivir experiencias de fracaso...no se percibe como un indicio negativo sino como una parte natural de la naturaleza humana. Es decir, no hay juicios de por medio.

¿Por qué es importante desarrollar la autocompasión?

La autocompasión se ha ido posicionando como un elemento clave en el ámbito de la psicología clínica. Esta actitud de comprensión, aceptación y amabilidad hacia uno mismo cobra particular relevancia en los momentos difíciles en los que aparece el sufrimiento.

Cuando nos encontramos bien nos resulta relativamente sencillo tratarnos con amor y respeto. Sin embargo, cuando nos equivocamos, fracasamos o experimentamos dolor enseguida reaccionamos con grandes dosis de juicio y desprecio. Nos hablamos mal, nos exigimos metas poco realistas, olvidamos el autocuidado e incluso nos retiramos el permiso de sentir determinadas emociones.

La autocompasión es necesaria, y es que las investigaciones al respecto indican que es una actitud fundamental para promover la resiliencia emocional. Las personas compasivas consigo mismas lidian mejor con los obstáculos de la vida y, por consiguiente, son menos proclives a desarrollar problemas de salud mental.

¿Cómo desarrollar la autocompasión?

Aunque son muchas las personas que apenas ponen en práctica la autocompasión, algo positivo de esta habilidad es que es posible entrenarla si nos lo proponemos. Algunas claves que pueden ayudar son:

1. Reconoce tus logros: A menudo nos fustigamos cuando cometemos errores, mientras que damos por sentado todo aquello que sí hacemos bien. Toma el hábito de reconocerte tus éxitos sin minimizarlos o atribuirlos a factores externos.
2. Toma distancia de tus pensamientos: En ocasiones es posible que nuestra mente nos juegue malas pasadas, generando pensamientos negativos sobre nosotros y sobre los demás. Procura ver tus pensamientos como hipótesis y no como verdades absolutas, ya que no todo lo que te dices es fiel a la realidad.
3. Fomenta un discurso interno más amable: La manera en la que te hablas es más importante de lo que crees. Analiza las cosas que te dices y pregúntate si le dirías ese tipo de cosas a tus amigos o familiares. Trata de hablarte tal y como lo harías con alguien a quien aprecias.
4. Practica el autocuidado: Trata de hacer al menos una cosa por ti cada día. El autocuidado puede expresarse de muchas formas, como por ejemplo haciendo algo de ejercicio, practicando una actividad divertida, hablando con alguien, descansando...No olvides reservar un momento cada día por y para ti.

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