¿Qué es el trastorno de apego reactivo?: Síntomas y causas

El afecto cumple una función primordial en el desarrollo tanto emocional como cognitivo de los niños y, de hecho, la relación entre el niño/a y sus cuidadores es una de las relaciones más importantes a lo largo del desarrollo. Sin embargo, nos podemos preguntar qué pasa con aquellos niños/as que no han recibido el cuidado adecuado y podemos llegar a la conclusión de que tendrían diversas dificultades en distintas áreas. De hecho, una de las consecuencias de esta situación es el trastorno de apego reactivo que, tal y como dice su nombre, es un trastorno que afecta principalmente al apego. 

Si deseas conocer qué es el apego, de qué se trata el trastorno, sus síntomas y sus causas, sigue leyendo para descubrirlo. 

¿Qué es el apego?

Para poder comprender de qué se trata este trastorno, primero es importante comprender qué es el apego dado que es la principal área afectada en esta problemática. Cuando pensamos en el apego podemos asociarlo a un vínculo afectivo. De hecho, a lo largo de nuestra experiencia vital, podemos tener vínculos con muchas personas, con parejas, con amigos, etc. Sin embargo, aunque tengan un punto de unión y es que del apego dependen los otros vínculos, no tratan de lo mismo. 

El apego se caracteriza por un conjunto de competencias que permiten que una determinada persona tenga la proximidad necesaria con otra que tiene menos capacidades para poder afrontar las exigencias del exterior. En este sentido, el apego es una necesidad para todos los bebés ya que es lo que permite que se pueda desarrollar tanto física como emocionalmente. Por lo tanto, el apego siempre es una relación de dependencia dado que el bebé necesita de un cuidador/a para poder desarrollarse y, por lo tanto, únicamente se tiene con la persona que lo cuida, a diferencia del vínculo. En relación a este aspecto el propio niño/a desarrolla un conjunto de conductas que tienen como objetivo llamar la atención de la figura de apego principal con el fin de poder cubrir sus necesidades básicas. De hecho, el apego es un mecanismo evolutivo que se ha mantenido porque es la mejor forma de poder aumentar la probabilidad de supervivencia de la especie humana, es decir, estas conductas que lleva a cabo el bebé responden a una función biológica. Cuando el cuidador/a principal no puede atender las necesidades básicas del bebé es cuando se desarrollan los trastornos de apego como, por ejemplo, el trastorno de apego reactivo. 

¿Qué es el trastorno de apego reactivo?

El trastorno de apego reactivo (también llamado trastorno reactivo de la vinculación o simplemente apego reactivo) forma parte de un grupo de trastornos llamados trastornos relacionados con traumas y factores de estrés. En esta misma categoría se encuentra también el trastorno por estrés postraumático, el trastorno por estrés agudo, el trastorno de relación social desinhibida y los trastornos de adaptación. Todos ellos presentan una característica en común y es que aparecen como consecuencia de la reacción adversa ante experiencias traumáticas o muy estresantes para la persona. 

El trastorno del apego reactivo únicamente es un trastorno que se presenta en la etapa infantil por lo que únicamente se diagnostica en niños/as con una edad de desarrollo mínima de 9 meses.  La característica principal de éste es que hay una ausencia en las conductas de apego o bien, están muy poco desarrolladas. Esto se traduce en que cuando un niño/a que presenta este trastorno tiene algún problema (se cae, se hace daño, se pierde, etc.), no buscan la ayuda de ningún cuidador como lo haría un niño/a sin este trastorno. Dada la función esencial del apego en el desarrollo cognitivo y emocional, es común que esta problemática vaya acompañada de retrasos en el desarrollo sobre todo en la cognición y en el lenguaje, así como desórdenes emocionales. 

Síntomas del trastorno de apego reactivo: 

Según el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales), los síntomas que se presentan en el trastorno de apego reactivo son principalmente los siguientes: 

1. El niño o la niña presenta un comportamiento inhibido hacia sus cuidadores, es decir, sus emociones y su comportamiento es retraído. Este retraimiento se puede observar cuando el niño/a siente malestar, temor o dolor y no busca ni se deja consolar por el/la cuidador/a. De hecho, puede parecer temeroso ante la presencia de sus cuidadores y se calma cuando está solo.
2. La inhibición afecta tanto a la esfera social como emocional y no se limita únicamente al vínculo entre los cuidadores, es decir, muestra dificultades para reaccionar a todo su entorno social manifestando episodios de tristeza, irritabilidad y miedo que se dan ante situaciones que no son amenazadoras. Todo esto se traduce en poco interés para interactuar con los demás así como desinterés ante los intentos de interacción por parte de los otros (no miran al otro cuando se le habla, no sonríen, etc.).
3. Se pueden apreciar síntomas evidentes antes de los 5 años de edad, pero para el diagnóstico el niño/a tiene que tener una edad de desarrollo de como mínimo 9 meses. 

En ocasiones, la falta de reciprocidad y la poca expresión afectiva puede hacer que el trastorno por apego reactivo se confunda con el trastorno del espectro autista.  Sin embargo, el primero destaca por tener una historia de abandono social que normalmente no se da en personas con trastorno del espectro autista. Por otro lado, otra de las características que lo diferencian son los intereses restringidos y los comportamientos repetitivos, síntomas propios del trastorno del espectro autista pero no del trastorno por apego reactivo. 

Causas del apego reactivo:  

La causa principal de este trastorno es principalmente el no haber recibido los cuidados adecuados en los primeros años de vida. De hecho, en el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales), se establece como requisito de diagnóstico el haber experimentado durante la primera infancia un patrón extremo de cuidado insuficiente que se puede manifestar por las siguientes situaciones: 

• Negligencia: La negligencia es un tipo de maltrato en el que las necesidades físicas, las cognitivas o ambas no son atendidas de forma temporal o permanente por ningún miembro de la familia.
• Cambios repentinos de cuidadores: En este caso, son circunstancias en las que el niño/a pasa por cambios frecuentes en los cuidadores como, por ejemplo, por cambio de custodia y no es posible establecer un vínculo estable con ninguna figura.
• Educación en contextos no habituales: La crianza en instituciones, por ejemplo, donde hay una gran número de niñas/os por cuidador/a reduce la probabilidad de que el niño/a pueda establecer un apego selectivo con una figura. 

Los niños y niñas que presentan este trastorno necesitan de un tratamiento multidisciplinar contando con ayuda psicológica en este tratamiento. El objetivo principal es que el menor pueda establecer una vinculación estable con una figura cuidadora que le proporcione los cuidados necesarios. En este sentido, la mayoría de tratamientos incluyen la terapia familiar ya sea por un caso de negligencia o por casos de niños/as adoptados/as o en acogida.  

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