Depresión y dolor crónico: ¿Cómo se relacionan?
¿Cómo se relacionan la depresión y el dolor crónico? ¿Qué podemos hacer si nos enfrentamos a ello? Descubre por qué se vinculan y cómo afrontarlo.
La depresión y el dolor crónico pueden relacionarse en algunos casos. La principal razón de esto suceda es que convivir con un dolor crónico, es decir, un malestar crónico es duro en muchos aspectos. De hecho, la vida cotidiana se vuelve más difícil y esto puede contribuir a experimentar un trastorno depresivo.
¿Qué es el dolor crónico?
El dolor crónico es un dolor de larga duración que suele perdurar en el tiempo y es causado por una patología crónica o difícil de curar. Siendo posible también que dicho dolor no esté generado por ninguna causa orgánica.
Para considerar un dolor crónico tiene que permanecer presente entre 3 y 6 meses, aunque las causas que lo provoquen ya hayan desaparecido.
Normalmente las causas que generan el dolor crónico son 3:
- El dolor comienza asociado a una lesión o enfermedad que persiste en el tiempo incluso cuando la lesión ya ha desaparecido.
- El dolor es causado por una patología crónica o con un pronóstico incierto.
- El dolor no es causado por ninguna causa orgánica y está presente de forma irregular.
Cuando el dolor perdura más de 3 meses e incluso cuando ya no hay una causa orgánica que lo mantenga, éste deja de ser un síntoma y comienza a ser un problema, generando otros problemas.
Las características más típicas del dolor crónico es que perdura más de 6 meses y no mejorar con los tratamientos convencionales. Por ello, suele ser necesario un tratamiento multidisciplinar.
¿Hay relación entre el dolor crónico y la depresión?
La depresión puede causar dolor crónico y puede ser causada por el dolor, existe una relación bidireccional. Por ello, es uno de los factores de riesgo de la cronificación del dolor; ya que un estado de ánimo bajo o deprimido puede favorecer el dolor en el tiempo.
Usualmente, el dolor crónico causa en la persona que lo padece una reducción de sus actividades cotidianas, por ejemplo dejan de hacer ejercicio, disminuyen sus obligaciones, paralizan sus trabajos, etc. Esto, provoca una disminución de los reforzamientos, además de favorecer el aislamiento de la persona, lo que facilita un estado de ánimo depresivo.
También sabemos que el dolor prolongado en el tiempo puede producir indefensión aprendida (si un día me dolió salir a andar, posiblemente deje de andar porque piense que siempre me va a doler), además de desesperanza; dos facilitadores de la depresión.
Por otro lado, hay estudios que demuestran que la depresión empeora la percepción de dolor, aumentándola y prolongándola en el tiempo. Fields en su modelo neurobiológico señaló que la depresión influía en la transmisión sensorial del dolor mediante la focalización somática que activaban las neuronas facilitadoras del dolor. Además, señaló que la depresión facilitaba las interpretaciones catastróficas y amenazantes de las sensaciones corporales.
En definitiva, es muy común que una persona con dolor crónico esté teniendo también un episodio depresivo y los síntomas se confunden y entremezclan, como la fatiga, las dificultades en el sueño, etc.
¿Qué puedo hacer al respecto?
Lo más importante en el dolor crónico es observar qué conductas o actividades hemos dejado de hacer por miedo y cuáles no hacemos por dolor de verdad. Aislarse solo promueve y favorece el estado de ánimo y el dolor.
Por ello hay que valorar de 0 a 10 cuánto dolor real genera cada actividad. Si el dolor es menor a 4 y tras la actividad dicho dolor no empeora, esa actividad sí se puede hacer.
Otra de las estrategias a tener en cuenta es buscar técnicas de distracción, ya que sabemos que la atención selectiva a la percepción del dolor empeora éste. Algunas de estas técnicas podrían ser: meditar, empezar una tarea, escuchar música, utilizar técnicas de relajación, ver o escuchar algo, etc.
Por último, sería útil atender a los pensamientos distorsionados que el dolor provoca, como serían: “nadie me va a querer así”, “cada vez estoy peor”, “no sirvo para nada”, “si hago eso, me va a doler”, etc. Ya que estos pensamientos merman la autoestima y dificultan la superación del dolor. Propician que caigas en la indefensión aprendida. Es útil observar cuales tenemos y cambiarlos a pensamientos más realistas y positivos.
Las informaciones publicadas por MundoPsicologos no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. MundoPsicologos no hace la apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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