Valores en la adolescencia (una etapa de adquisición de la identidad)

Los valores son los compromisos que nos hacemos con nosotros mismos y que se descomponen en metas y submetas. Son propósitos que guían nuestras vidas hacia algo significativo (Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006). En muchas ocasiones, sustituimos valores propios por valores impuestos socioculturalmente (tienes que sentirte productivo trabajando, tienes que socializar, etc) y el problema está en necesitar encajar, en querer alcanzar expectativas y experiencias impuestas por la sociedad y la cultura.

La sociedad ha cambiado mucho en varios parámetros. Como terapeuta, observo que en personas adultas se da una premisa base en sus preguntas que le traen a terapia, y es que ven cómo la sociedad en la que crecieron ya no es, sino que fue. La sociedad de hoy día ha cambiado en cuánto a estándares, sin ir más lejos la visibilidad y normalización de la homosexualidad y la igualdad de género.

Sin embargo, hay otros aspectos a destacar: las creencias intergeneracionales que se transmiten de abuelos a padres y de padres a hijos (masculinidades, tener que aguantar X cosas, etc), las dinámicas familiares, la sociedad individualista, competitiva y masificada (un joven va a echar currículum en LinkedIn, a continuación ve que 5000 personas más han aplicado para la oferta, el joven se desmotiva y cierra LinkedIn), y la necesidad de conseguir objetivos vitales junto con el tener que encajar en el puzle tus esfuerzos para conseguir vivir sol@, ser independiente económicamente, tener pareja, mantener una buena salud, tener un trabajo estable, cualificado, de lo tuyo y encima que sea agradable para crecer como persona. Es mucha presión.

Si ahora te pido que extiendas tu brazo derecho con la palma hacia arriba y vayas poniendo libros siendo estos todas aquellas cosas que te pesan y condicionan (o interfieren) en tu bienestar, ¿cuántos libros pondrías encima de la palma de la mano?

El estoicismo es una buena forma de ir entendiendo el proceso de individualización y desarrollo en la sociedad, no se trata de encajar, se trata de dejar partir. Ir a terapia también es una buena forma de conseguir empoderarse para aplicar recursos y herramientas que tenemos a disposición pero que por moldeamiento y aprendizaje sociocultural nos han dicho que no son útiles (TÚ, como HOMBRE, no puedes llorar. Y el hombre que ha visto atrofiada su capacidad para llorar, crece con la premisa de "estos jóvenes de hoy día, mira todo lo que yo he pasado y aquí estoy" efectivamente, "aquí estás siendo poco empático con la lucha de las nuevas generaciones").

Los dos párrafos anteriores sirven como empoderamiento y anclaje para toda aquella persona joven, adolescente y joven-adulta que se conciba a sí misma como "fuera de la norma". Estar fuera de la norma es lo sano, porque... ¿qué es estar en la norma? Tener que socializar sin querer socializar, tener que enmascarar sentimientos y emociones, aguantar situaciones y dinámicas que nos hacen sentir ansiedad, etc.

Los valores son la línea fina de lo que quieres y no permitir de los demás hacia ti, lo que quieres y no permitir de ti mismo en ti mismo (Luciano y Valdivia, 2006). Muchas veces somos nuestro peor enemigo ya que tú eres más difícil de derrotar que a la sociedad. ¿Quieres ser buen estudiante? ¿Quieres ser buen amigo? ¿Quieres ser buen ciudadan@? Entonces, entiende que es una constante que fluctúa con altibajos, no puedes ser (Algo estático), siempre estarás siendo (sino algo dinámico).

Claro, y si no tienes una brújula y no sabes que necesitas una brújula, ¿cómo lo hacemos? Pidiendo consejo. Y si eres padre, vecino, amiga o hermano de una madre y ves que su hija o hijo está "más perdí@ que el barco del arroz" (expresión andaluza, mi tierra natal), o incluso si eres esa madre, siempre puedes preguntarte esto: ¿Cómo querría que hablase de mí mi hija o mi hijo cuando le pregunten por su familia? Si para montar su familia tiene que coger los aprendizajes de la vuestra propia, ¿Cómo crees que montará su familia?

Y no es cuestión de culpabilizar (un concepto sociocultural arraigado por cada persona que genera mucho malestar), es responsabilidad por y para ti misma (Gómez, García, Hódar y Martínez, 2012). Siempre estás a tiempo y nunca está de más el dar un paseo adelante, aunque te haga sentir mal, nervios@, dubitativ@, etc. y ser capaz de sentarte con tu hij@ y preguntarle, ¿qué necesita? ¿qué piensa? y ¿qué siente?, o bien comenzar por lo básico que es mostrando conductas de comprensión, cariño y apoyo incondicional (Lozano, Manzano, Casiano y Aguilera, 2017). Se trata de esto, fomentar un espacio de seguridad donde la persona que tienes al frente pueda sentirse cómoda para hablar, sentir y pedir ayuda/consejo.

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