La furia
La rabia, o la furia cuando ya esa rabia está desatada y ha pasado a la acción, es un sentimiento de los más comunes entre los humanos. ¿Cómo controlarla? ¿Es posible hacerlo?
La rabia, o la furia cuando ya esa rabia está desatada y ha pasado a la acción, es un sentimiento de los más comunes entre los humanos. ¿De dónde procede, evolutivamente, la rabia? Parece ser que es una emoción propia de la respuesta de ataque o huida característica de los animales en peligro, y como tal, la acción consiguiente a ella es, o bien el ataque, o bien el escape.
¿Qué es la furia?
La furia sería la manifestación física del sentimiento de rabia. La rabia se siente ante situaciones frustrantes o injustas y se dice que nos ciega porque, una vez que está desatada, es muy difícil pararla, echarla como un demonio de nuestro cuerpo.
Sin embargo, como toda respuesta corporal, la rabia es sana y es deseable deshacerse de ella, el problema está en que en nuestra sociedad moderna, las manifestaciones de rabia son mal vistas, tenidas como rasgos de inmadurez y falta de control.
En realidad, no podemos ir por la vida cortando cabezas o moliendo a palos al primero que nos increpa (o que nosotros/as interpretamos que así es) y sí debemos deshacernos de la rabia, pero de una forma socialmente adaptada y que no haga daño. ¿Es esto posible?
¿Cómo dejar de sentir la furia?
Para vivir en un estado de paz, la sociedad ha desarrollado mecanismos de canalización de las emociones que no son consideradas aceptables, y así, comportamientos como el de pegarse o incluso matarse en una reyerta, no se aceptan hoy en día y son conceptuados como actos delictivos. Sin irnos tan lejos (al menos en la vida de una persona "normal" que no va teniendo peleas a diario), muchas madres y padres sabemos lo que es la rabia y también la furia. Y sabemos también lo que significa sentirse culpables por haber gritado enfurecidos/as a nuestros/as hijos/as, dado portazos, haberles dicho cosas de las que nos arrepentimos inmediatamente y en algunos casos, de haberles pegado. Cuando esto ocurre, por la sociedad moderna en que vivimos (en el pasado era lícito maltratar a los/as hijos/as, pero estamos de acuerdo en que no queremos eso) lo normal es sentir y pensar que nos hemos fallado a nosotros/as mismos/as una vez más y a ellos/as, o sea, es común caer en pensamientos derrotistas y negativos.
Pero ya sabemos (si habéis leído mis otros artículos) que la negatividad debe verse en su lado positivo, del cual voy a tratar ahora: Mi consejo es que se vea esa sensación de culpa (que, por cierto, también está ahí por una razón, en la evolución del ser humano) como un síntoma de que te estás diciendo a ti mismo/a que ese no es el camino, que ese tipo de educación no es el que tú querías ni quieres y que te perdones a ti mismo/a y tires para delante. Caeremos probablemente, no una ni dos, sino muchas veces antes de que podamos cambiar nuestra conducta, por dos razones: una, porque la rabia existe y es parte de nuestro sistema de defensa como ya he mencionado antes, y dos, porque hemos aprendido que las respuestas agresivas nos libran de las amenazas de una forma rápida (pero no de una forma efectiva a largo plazo).
Si, por ejemplo, nuestro hijo/a se niega a levantarse del ordenador para hacer su tarea escolar y se lo hemos dicho de buenas maneras muchas veces, si eres una persona que se ha educado en el modelo padre/madre autoritario/a, lo normal es que esto te provoque, primero frustración y sentimientos de impotencia que darán después paso a la rabia, que pagarás o contigo mismo/a o a gritos con tu hijo/a. Una vez más te digo: si esto te ocurre, levántate, perdónate, date ánimos y haz algún ejercicio de liberación, como por ejemplo, escribir qué es lo que ha pasado y por qué no te sientes bien con lo que has hecho. Porque sí, tu hijo/a te ha sacado de tus casillas, pero has de tener en cuenta siempre que la persona adulta eres tú y que tú le estás enseñando y que él o ella están aprendiendo y van a fallar, porque aprendemos de nuestros errores, y fallar en su caso es no hacer lo que quiere papá o mamá, sino su santa voluntad.
Un método para no caer en la furia desatada en estos casos, es anotarlo cuando esto ocurra, por ejemplo, en un calendario. El simple hecho de anotarlo, junto con un símbolo del por qué ha ocurrido (por ejemplo, si ha sido porque te ha hablado de mala manera una H, crea tu propio sistema) te dará pistas de cuándo es más probable que ocurran las peleas y podrás estar más prevenido/a.
Otra manera de cambiar es tratar de dialogar con tu hijo/a a diario (si es adolescente y se niega a dialogar contigo, lee con él o ella o inventa una manera de interaccionar con él o ella), tener más confianza con él/ella desde la horizontalidad, y no tú siempre arriba dando órdenes y él o ella abajo, obedeciendo. Acostúmbrate a cambiar tu forma de dirigirte a tus hijos/as, añadir un: "¿qué tal si... (limpias tu cuarto, etc.)?", darles responsabilidades en lugar de hacer todo por ellos/as, preguntarles a menudo cómo se sienten, interesarse por lo que hacen y dicen, saber quiénes son sus amigos/as, jugar con ellos/as, etc. etc. En suma, cambiar los patrones de furia en casa implica un cambio sobre todo de lenguaje, un giro hacia el pensamiento positivo, paciencia, suavidad, empatía y perdón, hacia ti mismo/a para empezar.
Y si aún así, un día pierdes la cabeza y acabas en un episodio de furia, por favor, sal a tomar el aire o llama a alguien de confianza si estás solo/a, pide ayuda a tu pareja si está también en casa o toma alguna medida para no desembocar en la violencia que, al fin y al cabo, le va a servir a tu hijo/a como excusa para retroalimentarse en su conducta reprochable. Y a ti, para caer en una espiral en la cual creas que no te puedes controlar.
Para resumir, la rabia, una emoción que se siente como negativa porque es destructiva y conduce a la violencia, pero tiene su lado positivo también: te está enseñando a controlarte, a que quien es fuerte no es quien, como un gorila enfadado, se golpea a sí mismo/a o a los/as demás, sino que la persona fuerte es la que sabe guardar la calma y poner en marcha mecanismos diferentes que le llevarán más cerca de sus metas.
Las informaciones publicadas por MundoPsicologos no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. MundoPsicologos no hace la apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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