¿Cómo saber si mi bebé tiene autismo? Señales tempranas del TEA

El trastorno del espectro autista (TEA) se puede diagnosticar de manera fiable a partir de los dos años de edad. Sin embargo, la edad promedio en la que se suele diagnosticar este trastorno es entre los tres y los seis años. Esto sucede principalmente por las dificultades de detección ya que muchos de los síntomas suelen cambiar con la edad y las dificultades en la interacción social son complicadas de detectar hasta que el niño/a no comienza a relacionarse con compañeros de su edad. 

Aunque se pueda diagnosticar de manera fiable a partir de los dos años, la realidad es que se pueden observar pequeñas diferencias en el ámbito social y en el comportamiento antes de esa edad que podrían indicarnos la necesidad de acudir a un profesional que descarte otras problemáticas y nos oriente. De hecho, es de suma importancia la detección temprana del TEA con el objetivo de poder favorecer la adaptación del niño/a a su entorno y, en el caso de que se descarte este diagnóstico, evaluar si se presentan otras dificultades que pueden ser atendidas a través de la atención temprana. Por esta razón, es importante conocer qué señales podrían indicarnos la necesidad de consultar con un profesional. 

¿Qué es el trastorno del espectro autista? 

Cabe destacar que anteriormente se conocía como autismo a un diagnóstico independiente. Sin embargo, tras la actualización del DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), se unieron diversos trastornos que anteriormente tenían un diagnóstico independiente como, por ejemplo, el asperger, el trastorno desintegrativo infantil, etc. en una misma categoría diagnóstica llamada trastorno del espectro autista. 

El trastorno del espectro autista (o TEA) es un tipo de trastorno del neurodesarrollo, es decir, es un trastorno que se presenta al inicio del período del desarrollo viéndose, por lo tanto, síntomas antes de que el/la niño/a inicie la escuela primaria. 

Síntomas: 

Los síntomas del trastorno del espectro autista se centran principalmente en: 

• Dificultades en la comunicación social: Dificultades persistentes en la comunicación social y en la interacción social que se presenta en diferentes contextos sociales como, por ejemplo, dificultades en el mantenimiento y comprensión de las relaciones, dificultades en iniciar interacciones sociales, etc. 
• Inflexibilidad: Excesiva inflexibilidad en las rutinas o en patrones de comportamiento como, por ejemplo, necesidad de ir a un determinado sitio por un camino específico, comer los mismos alimentos cada día, intensa angustia ante cambios muy pequeños en la rutina, etc.).
• Conducta estereotipada: Movimientos, utilización de objetos o habla repetitiva o estereotipada. Las estereotipias son principalmente, movimientos involuntarios que son repetitivos y rítmicos.  Algunos ejemplos podría ser alinear los juguetes, ecolalias (repetición de palabras o frases), etc.
• Intereses muy limitados y fijos: Muestran interés por temáticas muy concretas, por objetivos inusuales, etc. y éste es excesivo y perseverante.
• Hiper- o hiporreactividad a estímulos: Muestran hipersensibilidad o hiposensibilidad a los estímulos del entorno como, por ejemplo, poca respuesta ante el dolor, palpación excesiva de objetos, etc. 

La gravedad del trastorno del espectro autista no es igual para todas las personas con este diagnóstico, sino que según el DSM-5 se pueden diferenciar en tres grados distintos dependiendo de la ayuda que necesita en su día a día.

¿Cómo identificar el autismo de forma temprana? Señales antes de los 24 meses

Antes de indicar las señales, es importante tener en cuenta que el desarrollo de los niños no es siempre igual, cada niño sigue su propio ritmo y la presencia de algunas de las siguientes señales pueden indicar, por ejemplo, deficiencias visuales y no tienen por qué ser sinónimo de un diagnóstico de TEA por lo que siempre se debe consultar a un profesional cualificado.  Dicho esto, estas son las señales de TEA en bebés menores de 24 meses:

En la comunicación: 

1. A veces parece no oír lo que se le dice. 
2. No mueve la mano para despedirse.
3. No responde a su nombre. Ejemplo: se llama al niño/a por su nombre y no voltea la cabeza.
4. Le cuesta expresar lo que desea.
5. No utiliza el dedo para señalar lo que desea.  Presenta retrasos en el lenguaje. A los 12 meses no balbucea, no señala ni hace gestos comunicativos, a los 18 meses el niño/a debería ser capaz de decir palabras sueltas y a los 24 meses frases de dos palabras.
6. A menudo no utiliza los pronombres de forma correcta. Por ejemplo, utiliza el “él/ella” para referirse a sí mismo y el “yo” para referirse a los otros.
7. Parece haber una pérdida del lenguaje ya adquirido.  

En la socialización: 

1. No sonríe ni muestra respuesta ante las expresiones faciales de las otras personas.
2. No muestra seguimiento con la mirada cuando otra persona señala con el dedo objetos, situaciones, etc.
3. No dirige la mirada ni el habla a las otras personas.
4. No lleva objetos (como juguetes, etc.) que le interesa a sus padres para mostrárselos.
5. No muestra interés por los demás, parece que esté en su propio mundo (coge las cosas por sí solo, no muestra interés ni por los padres ni otros niños, etc.).
6. Mantiene poco contacto ocular. 

En la conducta: 

1. Muestra inflexibilidad ante cambios pequeños en las rutinas y prefiere el orden y los rituales. Esta inflexibilidad se puede ver en rabietas, no cooperación, alinea los juguetes,  etc.
2. Parece que se obsesiona con algunas actividades, que las hace de forma repetitiva a lo largo del día.
3. Muestra mucha o muy poca sensibilidad hacia estímulos como, por ejemplo, ruidos, olores, al contacto, etc.
4. Tiene movimientos que parecen poco usuales como, por ejemplo, camina de puntillas, se balancea, aletea con las manos, etc. 
5. Muestra un apego inusual a determinados objetos/juguetes y los utiliza de una forma inusual (se centra en partes concretas del juguete y no en el juguete entero). 

El desarrollo sigue patrones similares en todos los niños y niñas, sin embargo, cada niño/a sigue su propio ritmo en el desarrollo. En este sentido, que un niño no haya adquirido un determinado aprendizaje a la edad establecida, no tiene  porqué indicarnos que el niño/a presente problemas en su desarrollo. Sin embargo, si estás preocupado/a por el desarrollo de tu hijo/a porque detectas algún tipo de problemática, es necesario que hables con su pediatra con el objetivo de evaluar el caso y ofrecerle la atención especializada que necesita. 

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