Cómo manejar la separación

En este artículo trataremos de exponer de qué forma puede influir en los hijos la separación parental según su edad y también las diferentes circunstancias o factores que pueden agravar...

27 ENE 2015 · Última modificación: 22 OCT 2020 · Lectura: min.
La separación y los efectos que tiene en los hijos

En este artículo trataremos de exponer de qué forma puede influir en los hijos la separación parental según su edad y también las diferentes circunstancias o factores que pueden agravar o atenuar todo el proceso emocional que les supone así como algunas recomendaciones para ayudar a los padres en este proceso.

¿Cómo afecta el divorcio?

Estudios recientes (Cantón y otros, 2.007) parecen apuntar a que la separación o divorcio de los padres tienen efectos negativos importantes en los hijos que lo sufren. La experiencia práctica nos dice que esto es así hasta cierto punto, ya que la cantidad de efectos negativos y su intensidad, no dependen tanto de la separación en sí, sino del manejo y la forma en que se haya gestionado dicha ruptura, de la edad del niño, de su temperamento y de otras circunstancias de su entorno. A continuación se presentan algunas de las reacciones más habituales.

Si hablamos de niños con edades comprendidas entre los 2 y los 6 años, pueden aparecer alteraciones en el patrón de las comidas y el sueño, apatía, introversión, mutismo ante nuevas personas, dificultades para relacionarse o jugar, quejas somáticas como dolor de cabeza, estomago, etc. no justificadas e incluso negarse a ir a casa de uno de los progenitores. En estas edades también es común, sobretodo en los más pequeños,que se den conductas regresivas como volverse a hacer pipí en la cama, chuparse el dedo, infantilismo, querer dormir con los padres, miedos, ansiedad, etc.

También rabietas, necesidad de llamar la atención constantemente, ansiedad de separación (al dejarlo en la escuela u otros). Vinculación excesiva normalmente con la madre que se ve desbordada y no entiende lo que pasa. En ocasiones, el niño, pasa de la agresividad o al menosprecio a la búsqueda de un afecto incondicional (abrazos, besos, promesas de que se portará bien, etc.). Estas conductas regresivas también pueden aparecer o mantenerse en niños de entre 7 y 12 años, aunque en distinto grado. En este caso, al disponer de mayores recursos verbales, aparecen otro tipo de reacciones, que en cierto modo, les ayuda a exteriorizar sus sentimientos.

Algunas de las conductas son la manipulación, el menosprecio o rencor a alguna de las figuras paternas al mismo tiempo que idealizan a la otra (asimetría emocional), una asimetría quepuede agravarse según la actitud que tomen los adultos que frente al niño. Además, si los hijos siguen sin aceptar la realidad, pueden surgir comportamientos y conductas de recriminación a los padres con la esperanza de intentar unirlos de nuevo.

Por otro lado, los sentimientos de culpa, conductas de riesgo, baja autoestima, dificultades en las relaciones con sus iguales, baja tolerancia a la frustración, agresividad, impulsividad y una bajada en el rendimiento escolar, son características frecuentes en estas edades. La adolescencia es otra etapa difícil. Es una etapa de muchos cambios para ellos, a la que si, además, hay que añadirle una separación, ésta aun se hace más complicada. Con una separación durante esta etapa, se pueden ver incrementadas las conductas de riesgo como el consumo de alcohol, drogas. También promiscuidad en las relaciones sexuales y necesidad de vincularse afectivamente a una parejaen el caso de las chicas, etc. La impulsividad y la dificultad para resolver conflictos sin agresividad suele ser otra característica presente en esta etapa.

Recomendaciones para comunicar la separación

Una vez expuestas las conductas que podrían ser observadas en los hijos según la etapa en la que se encuentren, vamos a proporcionar una serie de recomendaciones que pueden ser de gran utilidad para presentar a los hijos la decisión, pero sobre todo para ser conscientes de los efectos que puede tener en los hijos la forma en que manejan la separación.

Cuando los lazos afectivos en un matrimonio se rompen, siempre es un proceso doloroso y que se vive con cierta angustia por parte de los miembros de la pareja que, ahora, ven roto el proyecto común. Pese a ello, las principales "víctimas" de todo proceso de ruptura son los hijos, en especial, los más pequeños. Es por ello que la forma en que sea comunicada la separación va a ser determinante para que en el niño se comiencen a movilizar unos sentimientos más o menos adaptativos.

1. Haz una previsión 

Antes de comunicar a los hijos la decisión, los padres, han de tener previstos ciertos aspectos que serán cruciales para la adaptación del niño a la nueva situación. Tales aspectos son, quién será el progenitor que abandona el hogar, cuales serán los horarios y los días en los que se establecerán las visitas, llamadas, etc. así como contestar todas las dudas que le puedan surgir al menor. Los progenitores han de informar juntos de la separación y han de hacerlo con un lenguaje lo más claro y sencillo posible para que los niños lo entiendan. Estos deben saber que podrán disfrutar siempre que quieran de ambos progenitores, juntos o por separado. Es muy importante que los hijos tengan claro que la separación no va a afectar al cariño que cada uno tiene sobre ellos, y esto solo va a ocurrir si consiguen transmitirles que lo único que se modifican son los vínculos del matrimonio, mientras que otros como los vínculos paterno-filiales, vínculos de fratría (entre hermanos), etc. permanecen. (La falta de información verbal previa a los conflictos de los padres, produce en los menores un estado de angustia, indefensión y desorientación. La información les ayuda a comprender y los prepara).

2. Muestra respeto

Los progenitores deben mostrar respeto mutuo y evitar culpabilizarse entre sí para no mostrar al hijo los sentimientos negativos que tengan el uno del otro. Si no es así, los hijos pueden verse "obligados" a tomar partido por uno de los dos, y no debemos olvidar que los hijos necesitan a ambos progenitores. Es más, si los padres se encuentran inmersos en un proceso judicial, es muy importante que estos no caigan en desvalorizar la capacidad del otro como cuidador, ya que el único perjudicado va a ser el niño. Una separación no va a provocar daños irreversibles en los hijos, con un poco de tiempo, y en ocasiones con la ayuda de un profesional, pueden superar satisfactoriamente la crisis. Pero si por el contrario, se hace participes a los hijos del conflicto conyugal, incluso desde antes de la ruptura, pueden aparecer alianzas intergeneracionales, provocándoles daños y alteraciones. Si la inestabilidad se mantiene (o comienza) tras la separación, es probable que los menores expresen el conflicto con diversos síntomas. (Tanto si se da esta situación como si no, es sumamente necesario animar a los hijos a que expresen sus sentimientos, aceptándolos manteniendo una actitud serena, aunque estos sean de ira). Por supuesto, cuanto más estables estén los padres emocionalmente mejor podrán responder a las necesidades y demandas de los hijos que surjan tras la separación.

3. Colaborad entre vosotros

Los problemas de conducta, los trastornos en el aprendizaje y la inestabilidad emocional van a ser las principales consecuencias en los hijos cuanto mayor sea la discrepancia entre progenitores. Una elevada intensidad de conflicto parental está asociada, más que en la ruptura en sí, con dificultades en el ajuste emocional de los hijos, por ello, para que no aparezcan estas dificultades los padres han de tener la habilidad de colaborar en la reorganización familiar; mantener una disciplina adecuada; conservar los rituales; y garantizar a los hijos un mínimo de seguridad emocional.

Cómo afrontar la separación

4. No culpabilices a los niños

Es absolutamente necesario que los padres se centren en cubrir las demandas de los hijos en lugar de convertir la separación en una batalla en la que finalmente nadie saldrá vencedor realmente, y en la que habrá víctimas sin lugar a dudas, los niños. Han de estar atentos a las señales de culpa que estos puedan manifestar. En ocasiones, los adultos, de forma, vamos a pensar que inconsciente, cargan contra los hijos haciéndoles creer que son los responsables de lo sucedido, y esto no podemos dejar que pase. Los hijos no deben ser culpabilizados ni debemos dejar que se culpabilicen. Cuanto más pequeño es el niño más se percibe como el centro del mundo, por lo tanto van a pensar que ellos pueden ser la causa de la separación. Una vez más se reitera la necesidad de hacer que los niños entiendan que la separación tiene que ver exclusivamente con la vida en común de los progenitores y no con la relación paterno-filial.

5. No hables mal del otro

Por otra parte, los padres han de hablar bien del otro progenitor o, como mínimo, no hablar mal. Los niños necesitan tener una imagen sana de ambos progenitores para poder crecer con la autoestima adecuada y con las figuras de identificación correctas. El menor se siente parte de papá y parte de mamá, y hablar mal de uno de los dos es hablar mal del propio menor. Una actitud errónea y con consecuencias graves para el desarrollo del menor, en la que también suelen caer los progenitores, es en estar excesivamente encima de él, siempre pendientes de lo que hace, y yendo juntos a todas partes. Los hijos no deben convertirse en sustitutos de nuestras ex parejas. Tampoco les ayuda que les pidamos que se queden con nosotros porque nos sentimos solos debemos contar con nuestros propios recursos para salir adelante, sin crearles dependencia ni culpabilidad. No menos importante, es tener en cuenta que los hijos no son jueces, no debemos colocarlos en esa tesitura, ni compartir detalles de la vida íntima o de la separación con ellos. Tampoco cuestionar la actitud de la ex pareja delante de ellos ni pedirles opinión sobre estos temas. Las cosas de los adultos deben quedar entre ellos, y los menores siempre deben conservar una buena imagen de ambos padres.

6. No los utilices como mensajeros

Por último, es importantísimo no utilizar a los hijos como mensajeros. Cuando haya que comunicarle algo al otro progenitor, ha de comunicarse en primera persona, ya sea por teléfono, carta, correo electrónico… . Los "recaditos" del tipo: "dile a tu madre/padre…", "cuando vayas a casa tráeme X que es mío…", "mira lo que tiene en los cajones…", etc.colocan al menor en una situación incómoda y desagradable que a la larga los alejará de nosotros.

En definitiva, aunque los padres sienten dificultades para hablar a sus hijos acerca de su decisión de separarse, han de entender que es su oportunidad para ayudar su hijo soportar la crisis que se avecina. De esta forma se evitan, entre otras cosas, los sueños de reconciliación. El hecho de comunicar la noticia no va a evitar su sufrimiento, pero sí puede ayudarles a superar la situación poco a poco. Para ellos, la separación es uno de los hechos mas estresantes con los que se pueden encontrar. El menor experimenta una acusada sensación de vulnerabilidad. Se rompe con brusquedad su confianza en la continuidad y protección de la familia. Aparecen los miedos y la ansiedad, sienten un intenso temor de ser abandonados por su padre, temen que pierda el amor hacia ellos, y las infrecuentes visitas en los primeros días de separación sirven para reforzar estos miedos. De ahí que los padres deban tomarse este proceso con la importancia que se merece por el bien estar emocional de sus hijos.

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Escrito por

María del Carmen Murcia Alcaraz

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Bibliografía

  • Al Ubaidi, B (2017). The psychological and emotional stages of divorce. Journal of Family and disease prevention. https://clinmedjournals.org/articles/jfmdp/journal-of-family-medicine-and-disease-prevention-jfmdp-3-060.php?jid=jfmdp
  • American Psychological Association. (2013). Healthy divorce: How to make your split as smooth as possible. http://www.apa.org/topics/healthy-divorce

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