Soledad o falta de disponibilidad.
La soledad se está convirtiendo un problema acuciante en las sociedades actuales; el modo de vida actual, la velocidad, la concentración de población en grandes ciudades... que afectan a la salud mental de las personas.
Hace unos cuantos días, viendo algún programa de curiosidades de los que le gustan a mi hijo en la televisión, pude ver una nueva campaña apoyada por una marca de chocolatinas, en colaboración con Cruz Roja, en la que se expone que 5 millones de personas en España sienten soledad. El anuncio resonó en mi mente, y algunos días después, tras volver a verlo varias veces, empecé a asociar este dato con otros de estudios o informes que se han publicado en los últimos tiempos, donde se señala a la soledad como el gran enemigo de las sociedades actuales; inevitablemente este "mal" se asocia con diferentes problemas del estado de ánimo como la depresión o la ansiedad.
¿Por qué una persona puede sentirse sola?
Las posibles causalidades que pueden llevar a una persona a percibir soledad son tan variadas como los diferentes modos de vida, sociedades, sistemas familiares, profesiones… no acabaríamos nunca de encontrar cuál es la causa exacta de ese sentimiento de soledad impuesta, que se asocia a mucho malestar subjetivo. Sin embargo, parece que hay cierto acuerdo sociológico en algunas de las características de este acuciante problema:
- Cambios en las estructuras familiares: la menor natalidad, la crisis del sistema de cuidados, la desprotección familiar, el aumento de la viudedad, la mayor longevidad y el aumento de la esperanza de vida.
- Cambios en el modo de vida: cambio de sociedades rurales donde es más fácil el contacto vecinal, a sociedades urbanas.
- Cambios en el modelo de comunicación: cada vez más realizado a través de la red y menos en contacto personal.
- Institucionalización de vida: centros de trabajo, residencias de personas mayores…
- Situación socio económica: los problemas de desigualdad y crisis económica, modelos basados en la alta competitividad e individualidad…
Otro informe muy interesantes publicado en los últimos años, ha sido el informe del experimento de la soledad promovido por la BBC y emitido en BBC-Radio 4, denominado BBC Loneliness Experiment (Experimento de Soledad), publicado en 2018. En él participaron 55.000 personas de 237 países, de entre 16 y 99 años. Se puede extraer de este informe "La identificación de cinco aspectos de la soledad":
- No tener a nadie con quien hablar.
- Sentirse desconectado del mundo.
- Sentirse dejado de lado.
- Tristeza.
- No sentirse entendido
Las explicaciones sociológicas son útiles para entender y comprender el problema de la soledad de un nivel macro, pero desde la terapia debemos empezar comprender y ofrecer respuestas. En este sentido podemos definir la soledad como resultado de la ausencia de una relación cercana de apego emocional y que proporciona una base segura (Bowlby,1982), que puede ser aliviada únicamente mediante la restauración de dicha relación o un "sustituto" de la misma; este tipo de soledad se asocia con sensaciones de vacío y deseo de compartir con alguien.
Esta definición de soledad me activó en mi memoria la Teoría del Apego, que se trata del vínculo establecido entre un individuo y su cuidador primario en la infancia temprana, el cual se reproducirá posteriormente en las relaciones adultas, como la de pareja (Sahin-kiralp y Serin,2017), siendo estas últimas una fuente importante de afecto y soporte social para sus miembros (Díaz-Loving y Rivera-Aragón,2010).
Teniendo en cuenta estos aportes científicos, con sobrado acuerdo en el mundo de la psicología, podemos empezar a dilucidar, que para atajar los sentimientos de soledad en las personas, debemos empezar a crear modelos relacionales donde la disponibilidad se convierta en el salvavidas que tiene el socorrista, que sabemos está en el borde la piscina observando, esperando a que agitemos mínimamente los brazos para echarse al agua, mojarse por nosotros y ayudarnos si nos ha dado un tirón en el gemelo o se nos acaba la fuerza para nadar; al mismo tiempo, es importante poner esfuerzo personal en convertirnos en figuras disponibles para otras personas, lo cual facilitará que acudan a nosotros, reforzando los lazos sociales de cuidado y apoyo, mitigando al mismo tiempo el sentimiento de soledad que produce la idea de "no tengo a quien llamar" "nadie me llamará".
¿Cómo influye la disponibilidad?
La disponibilidad supone crear la imagen mental sobre cuales son las circunstancias en las que el entorno se presentará, es decir, crear la conciencia de cuán de segura es la presencia de otra persona en mi vida. La simple creencia de que, si llamo a tal o cual persona, voy a recibir una respuesta positiva, ya produce un efecto tranquilizador, protector contra la soledad. Además, si cada cierto tiempo puedo testear que esa disponibilidad es real, efectiva y satisfactoria para ambas partes el esquema de seguridad se afianza y protege; de esta forma, el individuo posee una percepción del "acceso" que tiene a una fuente de gratificación social, lo que además lo hace reflexionar sobre "su visión de sí mismo" como merecedor o no de dichas fuentes de gratificación y seguridad (Bowlby,1982; Yámoz-Yaben,2008).
- Teniendo en cuenta cómo funciona este modelo, no sólo servir para activar el sistema de apego en situaciones difíciles para ser atendido uno, sino que el esfuerzo en mantenerlo vivo, propiciará que se mantengan contactos sociales satisfactorios, no sólo en el ámbito de cuidados, si no en el de la complicidad, lo lúdico y lo afectivo.
- Los adultos con apego seguro han desarrollado una buena autoestima que les permite confiar en sí mismos y en su figura de apego, por lo que se muestran emocionalmente accesibles y disfrutan tanto de la intimidad con la pareja, como de su autonomía al explorar cosas nuevas. Entonces, para satisfacer sus necesidades buscan relaciones basadas en una interdependencia horizontal que les permite el equilibrio entre su autonomía y la satisfacción de sus necesidades afectivas, buscando el apoyo de su pareja solo cuando sea necesario (Melero, 2008)
- En definitiva, desde la terapia podemos observar los modelos de apego que la persona ha formado desde su infancia, siendo los/las terapeutas nuevas figuras de seguridad que permitan a la persona que sienten soledad empezar a reconfigurar sus esquemas mentales de las relaciones. El intercambio comunicativo que se da en la terapia ayuda a la creación de una "autopista" natural de transmisión de conocimiento entre los humanos es un proceso sometido a muchos avatares, y en el que participa el apego; así, en la relación de apego aprendemos una capacidad fundamental para la supervivencia social: abrir nuestra mente a la comunicación cuando es buena para nosotros ("confianza epistémica"), y mantener "vigilancia epistémica" cuando implique riesgos (Fonagy & Allison, 2014; Fonagy, Luyten & Allison, 2015).
La terapia, que se realiza en un contexto de seguridad, es un primer paso para reconfigurar las respuestas esperadas de los demás a nuestras llamadas de auxilio, al tiempo que se van adquiriendo destrezas y confianza para potenciar las relaciones seguras fuera del contexto de la consulta. La finalidad última de la terapia es mejorar el bienestar subjetivo, y se me hace difícil imaginar ese estado si uno no puede sentarse en el sillón de su casa, con la tranquilidad de que si quisiera charlar un rato con alguien de su agenda le sería fácil, al mismo tiempo que le reconforta saber que aquellos a quien quiere no dudaran en enviar un Whatsapp diciendo "te puedo llamar un momento".
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