Cultiva tu interior

Permitidme una publicación un tanto inusual por su cariz eminentemente introspectivo. En algunas ocasiones de nuestra vida, podemos experimentar lo frágil y vulnerable que puede ser nuestro corazón, y con ello quiero hacer referencia a nuestras emociones. Aunque nuestra vida externa pueda ser atractiva los ojos de los demás, nuestro mundo interior puede ser un tremendo caos donde sólo vemos una biblioteca desordenada o un camino deshilachado, realmente desordenado, sin sentido, origen ni perspectiva.

¿Por qué deberíamos cuidar nuestro interior?

Debido a que nuestra vida interna es invisible, fácilmente se puede descuidar. Nadie tiene acceso a nuestros deseos, inquietudes y heridas más profundos; pero es desde ahí, desde ese punto, desde lo más profundo de nuestra existencia, donde se colorea nuestra conducta y se da sentido a la vivencia de nuestro entorno. En ocasiones, intentamos enmascarar ese caos con un mundo externo lleno de ajetreo (estar ocupado está de moda) pero la complejidad del estrés no hace sino agravar una existencia vacía y necesitada, principalmente, de reflexión, introspección y entrenamiento emocional.

Llega un punto en nuestro camino vital que hacemos un balance del trayecto recorrido y de las expectativas de futuro: ¿hemos conseguido nuestros deseos? ¿hemos sido correspondidos en el amor? ¿sentimos satisfacción al levantarnos cada mañana? ¿Podremos llegar a alcanzarlo con la vida que nos queda? En mi vida he encontrado pocas personas que hagan un balance positivo de todo ello, pero ¿por qué?

El origen de la insatisfacción y del caos, de que en ocasiones no queramos estar ni tan siquiera con nosotros mismos, se encuentra en un foco erróneo del propósito de nuestra vida. Lo más importante en tu vida no es lo que tienes ni lo que haces, sino quién llegas a ser. Por ello, cultivar nuestro yo interior es más importante hoy que nunca, en un mundo donde cronometramos con segundos lo que, no hace tantos años, sólo medíamos en horas. Intentamos cambiar nuestro exterior cuando el principal agente de cambio de nuestra experiencia somos nosotros mismos: si tú cambias, todo cambia.

De ahí la necesidad de valorar el papel del psicólogo-coach como un facilitador que va más allá de la necesidad puntual, que es indispensable para cultivar nuestra vida interior. El psicólogo-coach nos ayudará a aceptar e integrar adecuadamente nuestro pasado, a valorar nuestro presente, a vivirlo con plenitud, a no perder la esperanza ante el futuro, a tomar sentido de dirección y a generar cambios positivos para vivir una vida más positiva y satisfactoria.

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