Miedo a equivocarme
Llevo 16 años casada y con dos hijos de 14 y 8 años. Me casé sin estar enamorada de mi esposo pero ésto es algo de lo que me he ido dando cuenta poco a poco. Es buena persona, buen padre, ayuda en la cocina, con la compra. No obstante, en los últimos dos años le promocionaron en la empresa y ésto le lleva a estar más horas fuera de casa. Tiene turnos de tarde y suele llegar a las 11 o 12 de la noche. Yo le insistía en que necesitaba que llegase más pronto a casa, que me sentía muy sola, que después de mi jornada laboral me tenía que hacer cargo de los niños y la casa y que cuando acababa no tenía con quién comentar mi día a día, pero su respuesta es que él no puede cambiar sus horarios y que valorase el hecho de que tenía las mañanas libre y que podía hacer la compra y ayudar en algunas tareas domésticas.
Nuestra relación de pareja no atravesaba tampoco su mejor momento. Teníamos muchas peleas, con malas formas y delante de los niños. Además él es una persona muy poco comunicativa y poco cariñosa. Yo le manifestaba mi necesidad de afecto pero él me decía que yo tampoco era muy afectuosa.
Con este escenario vuelvo de vacaciones en septiembre al borde de una depresión. No me apetecía salir, me costaba ir a trabajar, cansancio extremo, tristeza. Sentía que mi vida no tenía sentido, que todo era trabajar y llegar a casa para estar con los niños, ya que por culpa de sus horarios yo no tengo ninguna tarde en la que pueda realizar ninguna actividad y no tengo familiares con quien pueda dejar a mis hijos.
De manera casual conocí a un hombre y lo que empezó siendo una simple amistad derivó en una relación seria. Reúne todas las características que buscaba en una pareja y que en mi esposo no he encontrado. Me hace sentir querida, es expresivo, ingenioso romántico, culto.
Le planteé a mi marido la situación y él me dijo que lo olvidase todo y que lo volviéramos a intentar. Yo no estaba segura de querer quedarme en la misma situación en la que casi caigo en una depresión.
He iniciado el proceso de divorcio. Pero ahora me asaltan las dudas. Sólo he pensado en mí, mis hijos sufrirán y él no era mal padre ni mal esposo. Yo tampoco imagino ahora vivir sin la persona que he conocido. Él apuesta por nuestra relación y quiere iniciar una vida junto a mí y mis hijos. Lo está dando todo, pero ahora yo tengo miedo de tomar la decisión equivocada, sólo por estar pensando en mí.