Sin ganas de nada, perdida: ¿estoy deprimida?

Realizada por María Vera · 25 ene 2021 Terapias de adultos

Hola, buenas noches. Mis mejores deseos para cada uno de ustedes, y el mayor de los agradecimientos por su atención y tiempo. Acudo a este medio porque necesito desahogarme y no tengo idea de a quién acudir, o sí, mas no quiero. En fin. No sé por dónde empezar, siento que tengo mucho que (quiero) decir y por tanto mis ideas están revueltas y confusas. De antemano, perdón por el testamento.
No estoy segura de si mi edad es importante, pero me encuentro en mis dieciocho años -prácticamente recién cumplidos-, y bueno, no sé qué estoy haciendo conmigo y con mi vida. No me encuentro sentido, lo que ipso facto me lleva a no encontrarle sentido a mi existencia, y luego a la existencia misma en general, y a la vida en general, y a las otras personas y al mundo. Me pesa la vida, no sé si estoy deprimida o si solo soy una adolescente vaga que no quiere sino jugar, vivir mantenida y ensimismada para siempre. No me entiendo, siento que no me conozco - tampoco es que me esfuerce por hacerlo-, y de igual manera siento que no entiendo a los demás, que no comprendo muchas cosas que debería comprender por norma, ya que no crecí en un entorno violento ni aislada, abusada o humillada, y en realidad tuve una infancia bastante común, con una familia promedio (más o menos, porque sí hay una que otra cosa fuera de lugar, mas no considero que dichas cosas me hayan afectado o que me afecten, o en pocas palabras que hayan representado un daño para mi desarrollo) y los problemas financieros que no pueden faltar en la vida de la clase "media"; de hecho, debo mencionar que fui una niña social, participativa y feliz durante la mayoría del tiempo en esa etapa, hasta que simplemente no lo fui más, o más bien empecé a apagarme y me retraje, me volví muy tímida para con el resto y posteriormente entré en este permanente estado de inseguridad y odio o aversión por mí misma (lo que, según yo, surgió como consecuencia de mi físico, puesto que subí de peso a los siete/ocho años y permanecí así desde entonces, por lo que desarrollé un complejo de inferioridad e incomodidad en relación al resto) que aun hoy me acompaña.
Creo que no he tenido experiencias especialmente traumáticas, salvo tal vez leves encuentros en mi niñez con adultos, pero que no llegan a categorizarse como abuso o que entren en las grandes ligas. Así que básicamente crecí como cualquier otro niño, y en base a mi investigación personal de mi familia, no hay registro de parientes con un historial psicológico inusual (bueno, tengo dos primos que son casos especiales y la excepción de esa investigación, sin embargo más que hereditario es cuestión del entorno en el que crecieron y a las situaciones y personas a las que se vieron expuestos) en ella, lo que me permite concluir que no es probable que exista un factor genético influyendo en mí, en esto que soy y en la manera en que parezco funcionar. Sé que doy muchas vueltas, me disculpo. Entonces, actualmente soy alguien muy irregular e inestable, y extraña, o tal vez es lo que me hago creer porque en el fondo quiero sentirme especial en cierto sentido, por absurdo que suene, y soy muy consciente de que no tengo razones para serlo, lo cual me frustra. Mis habilidades sociales son nulas, me considero una inepta en las relaciones sean del tipo que sean, y no poseo/no desarrollé lo que vendría siendo mi inteligencia emocional y otros aspectos. De verdad doy pena en lo que a comunicarse y socializar respecta, se me da mal hablar y no sé llevar conversaciones ni cómo comportarme o cómo reaccionar a lo que se me dice o pasa, no sé qué expresiones mostrar ni cómo hacerlas; a veces puedo mantener contacto visual, a veces no, y mi hermano me dice seguido que, cuando salgo, muestro tics o gestos que usualmente son atribuidos a personas con autismo y similares, como movimientos inquietos en las manos y la forma en que camino y me paro -lo que opino es mi mecanismo de defensa, en tanto no me siento segura en ningún lado, y menos en la calle frente a y entre desconocidos. Me veo incapaz de funcionar con "regularidad", y situaciones pequeñas y cotidianas tales como pedirle al bus que pare me da una sensación de pánico increíble, y en adición siento pavor por la idea de viajar sola (creo que no soy capaz de hacer muchas cosas sola, dependo mucho de terceros), o comunicarle a un ajeno que yo llegué primero a cierto lugar o hacer un reclamo a una tienda, restaurante o lo-que-sea por un producto o alimento por el que pagué, y etcétera. Vivo atenida a mi introversión, timidez, cobardía, miedo, necedad, tristeza.

Lo anterior me lleva a mencionar que no tengo amigos, solo una mejor amiga que conocí en 2018 por internet (y pueden pasar meses en los que no cruzamos palabras porque soy mala manteniéndome en contacto constante por vía online, o porque es demasiado para mí -no ella, sino mantener relaciones), con el tiempo fui descuidando las pocas amistades que forjé a lo largo de los años escolares, no respondo los mensajes que me envían algunas de las personas que aún se acuerdan de mí por equis o ye razón, y mi relación con mis familiares es bastante pobre, interactúo con lo que vendría siendo el núcleo principal, que son con los que vivo, llámese mis padres, mis dos hermanos (y con los otros dos no hablo porque viven lejos y anteriormente dije que se me da mal eso de mantenerme en contacto a distancia) y mi sobrino. Esa realidad me aterra y me arrepiento de lo que me hice y de lo que me estoy haciendo porque estoy sola y estoy un 90% segura de que, si mis padres, hermanos, y sobrino, no fuesen eso, familia, no tendría a nadie; mi relación con ellos no es la más íntima. Me causa ansiedad pensar que cuando me muera nadie irá a mi funeral o que voy a morir olvidada y como una solitaria autoimpuesta. Y no sé cómo corregirme, me parece que es tarde y que en mi faceta de adolescente rebelde, que abarcó de mis diez años hasta los catorce/quince, arruiné y enterré por completo el vínculo decente que tenía con mis primos y tíos.
Soy, o fui, una mentirosa compulsiva. Sentí la necesidad de justificarme, por lo que inventé lo que encontré plausible para justificar el sentirme y pensar de la manera en que lo hice en su momento. Me autodiagnostiqué y le dije a amigos de antaño sobre mis diversos problemas psicológicos y experiencias de abuso shockeantes que me imposibilitaban querer vivir, e inclusive llegué a conversarlo en foros de ayuda como estos, a decir verdad en dos cuentas (diferentes edades: 11 y 15) de este mismo sitio lo hice (me siento ridícula porque leí las entradas antes de empezar a escribir esto, y quise borrarlas para poder fingir que nunca pasó y tener la mente tranquila pero no supe cómo, y pena es la razón por la cual publico la presente en anónimo), y no sé qué me llevó a hacerlo. Jugué con la bulimia, y tuve la intención de jugar con la anorexia -que no me salió; me sometí a la autolesión y de igual manera busqué hacerme daño, por mínimo e inofensivo que pareciese, con otras cosas: ingerí varias pastillas, mezclé sustancias y alimentos para ver si obtenía el resultado que quería, destruí utensilios y les retiré la cuchilla o el plástico para tragarlos, todo en pro de lastimarme. (...) Hay muchas cosas que fingí, incluso mi propia personalidad, identidad, gustos y otras cosas. Defendí ideologías para pertenecer, me creé personajes y caras distintas abismalmente las unas de las otras, y en algún punto de todo ese zig zag y enredo fatal me perdí y perdí mi esencia, lo que me dejó como una especie de cascarón vacío sin personalidad propia y desde entonces estoy en una constante travesía o aventura desesperada por encontrarme o por construir un nuevo yo que sea esencialmente yo, aunque siempre que me encuentro vuelvo a perderme casi al instante. Tengo el presentimiento de que tal vez en el vaivén de inventarme y reinventarme personalidades y trastornos terminé asumiendo como míos algunos de ellos, que esta aparente depresión se originó allí.
Y, um, siento que no me intereso o no me importo, ni lo que me pase a futuro, y no consigo hacer que me importe nada que tenga que ver conmigo. A veces me encuentro pensando que me daría igual si en el futuro no tengo hogar o si me veo en la obligación de ejercer una profesión que me hace infeliz por un salario miserable, o que lo más probable es que no llegaré tan lejos porque más temprano que tarde por fin voy a reunir el coraje para darme fin, y pensamientos por el estilo que tienen el único fin de distraerme de la realidad que me niego a enfrentar. A veces pienso que tal vez todo es un complot mío interno y un tipo de autoboicot para justificar que soy una adolescente floja y que no tiene ánimos de esforzarse para alcanzar un objetivo y trabajar de manera justa por lo que el resto del mundo lucha por ganarse. Soy bastante incompetente en varias áreas no profesionales (ni qué decir de las profesionales) y mi conocimiento en materias que es normal poseer a esta edad es patético. En el pasado consideré que mi inteligencia era mi único fuerte y punto a favor, pero por mi descuido lo perdí también. Mi padre me aconseja, me comunica que me apoya, dice que debería explotar mi ‘talento’ para escribir en aras de ir generando mis propios ingresos, que piense a futuro y empiece una miniempresa o negocio, que no pertenezca al 95% del mundo conformista que solo existe y no vive, que está acomplejado, arruinado y miserable, con mente de pobre, pero yo no atiendo a ninguna de sus palabras, ¿cómo? ¿Cómo si no me importo? Y así como no me importo, deja de importarme el mundo. Antes, y ahora raramente, me preocupaba muchísimo por la situación mundial en los aspectos habidos y por haber, medio ambiente, ámbito social, injusticias, la economía, la educación, la política, etc., pero ya no lo hago. No me importa, y por ende me condené a la ignorancia que tanto desprecié en un pasado, me negué la información y tengo deseos de deshacerme de mi moral y principios para poder no preocuparme sin sentir culpa.
Tengo muy malos hábitos que se arraigaron desde que me gradué del bachillerato, estuve casi seis meses sin hacer nada productivo -me tomé un semestre sabático-, y ahora, después de cursar el primero de la carrera de Psicología (¿curioso o irónico?), en medio de mis vacaciones, sigo el mismo curso de acción. Tuve el tiempo para estudiar los temas que vendrán y prepararme, tuve el tiempo para aprender algo nuevo, para ejercitarme y bajar de peso y por fin quitarme una excusa para no ser feliz y no esforzarme para serlo (adelgazar, en una sola palabra), y bueno, las opciones que tuve para aprovechar ese tiempo son infinitas, y el hecho es que no lo hice. Y ahora me arrepiento. Y me arrepiento, pero aun sabiendo que dispongo de un mes más antes de entrar formalmente a la universidad, sigo sin hacer nada y sin estudiar; lo máximo que hago es ayudar en casa. Mi rutina, sin contar esas pequeñas actividades productivas que mencioné arriba, consiste en comer, dormir, escuchar música, y leer y ver basura que no me nutre en nada en la web. E incluso ahora que ya me aburrí de ello y que no sé qué hacer, no encuentro la manera de hacer que me importe esforzarme y estudiar y hacer algo útil, en cambio sigo haciendo hasta lo imposible por hallar distracciones tontas que de alguna manera abarcan todo mi día. No tengo motivación ni algo que me impulse, y no consigo desarrollarla. No tengo ganas de nada nunca porque vivo infeliz y me mantengo al margen sin importar qué. No sé.
No hay nada en especial que me guste o que ame apasionadamente, la gente me aburre, poco o nada me interesa, me causo tedio. No me aprecio y a menudo pienso que no me respeto, que lo malo que me pase me lo merezco, y que nada bueno debería pasarme, que no tengo derecho a quererme, que nadie podrá amarme o comprenderme nunca. En cierto sentido aborrezco la premisa de "yo" existiendo. No tengo objetivos, sueños ni metas. Vivo en las nubes, soñando despierta sinsentidos, aislada y limitada a mundos ficticios que me ofrecen libros, animes, series y mangas: lo que día a día experimento, proviene de ellos, hay ocasiones en las que llego a centrarme tanto que mezclo información, que llego a rozar la confusión de realidades. Hubo un período en el que creí tener algo parecido a un caso de despersonalización porque me sentía muy ajena al mundo y era como vivir en un videojuego; pasé por eventos en los que me desconectaba de mi cerebro prácticamente, veía negro repentinamente y luego percibía algo similar a lagunas mentales. Por mucho tiempo he tenido la sensación de que estoy fuera de lugar dentro de mi propia piel, que no pertenezco a mi cuerpo. Siento que soy una espectadora de mi propia vida y cualquiera menos yo es un protagonista en ella, voy casi en piloto automático y me parece que soy la misma persona desde los quince años. Reconozco que es bastante preocupante no haber evolucionado en tres años completos. Me veo ingenua para mi edad y lo opuesto a apta para enfrentar el mundo por mi cuenta y abandonar el nido. A falta de un mejor estímulo o un propósito o ganas pienso en la muerte, y a veces solo quiero morirme porque a una parte de mí le gusta creer que hay vida después de la muerte o que puedo renacer y empezar de cero para hacer las cosas bien en esa vida. No tengo nada claro, no sé si quiero vivir, no sé si quiero morir, el punto es que me siento hastiada hasta la médula, perdida, y no encuentro ninguna razón para aferrarme a vivir, lo que me hace añorar el morir. Es diario el pensamiento y la contemplación del suicidio, y últimamente está muchísimo más arraigado, lo único que me detiene es mi falta de decisión, y consideraciones resultantes de mi inseguridad que me hace preocuparme por el estado en el que me encontrarán después de muerta.
A veces odio la idea o realidad de mi sexo, no me siento cómoda siendo hembra por lo que significa, ser mujer, y me pone nerviosa el tipo de cuerpo que tengo. Me siento vulgar y más propensa a que se me hipersexualice u objetive. Pienso que todo habría sido más fácil si hubiese nacido como macho, socialmente reconocida como hombre. Y en mi condición de mujer le temo a la idea del hombre, siento especial temor y sensación de peligro con el sexo opuesto. Me siento ajena a las experiencias que debería haber adquirido como adolescente, las primeras veces que muchos ya conocen, realidades lejanas a mí, siento que no merezco y que es imposible que alguien se interese por mí sexual o platónicamente, y que si se da entonces todo es producto de un acto conspirador.
Mi percepción de la muerte en sí y del fallecimiento de seres queridos es... no sé cómo definirla. Lloré muchísimo por mi abuela que murió el año pasado, me dolió sinceramente su partida, pero ese aquejamiento duró tres o cuatro días, después fue como si nada. A veces la extraño y me entristezco, pero luego se me olvida. Olvido o ignoro muchas cosas porque vivo en las nubes, precisamente, y como nunca salgo de casa no percibo como tal la ausencia de las personas en mi vida. Y a su vez siento que nada me importa tanto como debería. Todo el tiempo me encuentro pensando que en el fondo pretendo usarlo como una excusa para darme una razón para estar triste o deprimida y autocompadeciéndome. Mi percepción del valor de la vida misma está por los suelos, sé racionalmente por qué es valiosa, mas me hallo pensando que ni yo ni ningún otro importamos- lo que no significa que pretenda dañar a terceros.
Vivo paranoica, soy muy consciente de la naturaleza humana, o más bien de lo que todos somos capaces. No me siento segura en ningún sitio, y con nadie, en realidad vivo en alerta porque siento que en todos lados estoy expuesta a que me hagan daño, físico o mental o de cualquier índole. Sé que ese temor latente suena un poco fuera de lugar en contraste con mi añoro aparente por morir, pero el instinto de autoconservación de nosotros los humanos es increíble, y también acaece que hay partes de mí que luchan por la idea de vivir y por la idea de no hacerlo. Veo peligro en donde tal vez no lo hay, pienso que mis padres o hermanos quieren hacerme cosas, matarme o alguna tortura al azar, que si salgo me secuestrarán y que quizá me enfrentaré a un destino más cruel y peor que la muerte instantánea. Creo que no puedo confiar en nadie, con nada, que en cualquier momento me traicionarán, que piensan mal de mí y se acercan con el propósito de herirme. A veces me gusta pensar que no me importa nada de eso, que me da igual lo que sea que me hagan, que quizá es lo mejor que puedo esperar para mí.
Mencioné arriba una inferioridad por mi físico, mi sobrepeso, mas ya no es solo eso. Me siento inferior en todo, ante todos. Por cómo pienso, cómo siento, cómo soy o no soy, mi inteligencia o la falta de, mi asocialidad, mi introversión, mi ingenuidad y lo poco que conozco el mundo, que no sé cómo cargar conmigo misma, que no sé hacer muchas cosas.
Mi estado natural es neutral o triste, o deprimida, vaya a saber cuál porque no creo en mi juicio, tampoco creo en mis emociones, hablo muy poco... en el mejor de los casos opino que soy una excusa de ser humano y aunque sé qué está mal, no sé cómo o no quiero corregirlo. Procuro ya no mentir sobre quién o qué soy y en cosas como mi identidad, pero no confío en mí misma como para creer que tengo un trastorno o algo por el estilo en consecuencia de mi pasado de mitomanía, siendo sincera creo que todas mis emociones, sentimientos y respuestas son una farsa o una invención inconsciente para seguir justificándome. Bajo mi propio escrutinio nada es puro viniendo de mí, ninguna intención, acción o reacción.
No sé qué quiero hacer, o si quiero hacer algo. Me siento perdida y sin ánimos. No sé cómo proceder. No tengo ganas en las venas, ni energía o ánimo. Llevo así desde los once, que fue cuando me expuse a los términos de la autoflagelación, la depresión y demás, en algún punto ‘maduré’ y creí que a lo mejor más adelante sabría cómo establecerme, pero tengo dieciocho y no he hecho nada con mi vida. Tengo dieciocho años y no sé si quiero seguir con vida. A menudo pienso que ni la vida, ni el mundo, ni las personas, tienen ‘nada’ o ‘algo’ que ofrecerme, experiencias, emociones, relaciones, no me interesa. Y muy de vez en cuando no hago sino anhelar el enamorarme, tener amistades, ser sin miedo, encontrarme y quererme, poseer estabilidad en todo aspecto, y sin embargo en esa ensoñación soy consciente de que es demasiado para mí, que está fuera de mi alcance porque si lo quiero, no lo quiero lo suficiente, porque no me esfuerzo, porque estoy desmotivada siempre.
No me hago justicia a mí, a la vida que se me concedió sin rechistar, menos a mis padres que me mantienen y brindan estudio. No se me da nada ver cómo tiro todo por la borda, porque incluso si me preocupo, ¿qué clase de preocupación es esa, en donde no hago nada por cambiarlo, ni siquiera trato? Lo único claro para mí es que me encuentro llena de “no sé” y necesitada de motivación.
Desconozco el fin de este discurso verborreico, no tengo idea de si busco una respuesta -especialmente porque es claro para mí que nada puedo hacer, o más bien que nada haré, si me faltan ganas e iniciativa-, sin embargo me consuela y tranquiliza pensar que hay alguien que me leerá.

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Mejor respuesta 30 ENE 2021

Hola, María. Soy yo la que te ha leído, he llegado hasta el final del todo.
No sé muy bien si te hará sentir mejor lo que pueda decirte, pero aquí me tienes. En primer lugar me gustaría decir que te felicito por el hecho de haber reconocido lo que hiciste mal o tus errores del pasado. No todo el mundo consigue hacer eso, y es que a pesar de haber mentido como comentas, aquí has podido soltar todo eso que tal vez en tu subconsciente te estaba molestando. Es cierto que con todos los síntomas que comentas puede ser depresión lo que tienes (se parece mucho). Sin embargo, habría que evaluar mucho mejor toda la serie de síntomas para poder establecer un diagnóstico, ya que puede haber otros trastornos presentes.
Aún así, hay algo más importante que todo ese trabajo técnico de diagnosticar y buscar qué puedes tener o qué no. Hay cosas más importantes. Y en este caso, es cómo te sientes. Da igual lo que tengas, lo que te diagnostiquen, los tratamientos. Lo que importa es lo que eres y lo que sientes; y está claro que aún no te has definido realmente y que sientes muchas cosas a la vez. Y digo que no te has definido realmente porque cuando no tenemos autoestima ni confianza en nosotros mismos, la imagen que nos proyectamos es negativa. Esto provoca que obviemos muchísimas partes de nuestro propio ser, o que directamente no las veamos o no creamos en ellas. Creo que en tu caso, habría que comenzar por saber cómo eres y quién eres realmente, para poder superar cualquier tipo de problema. Es como la base de la casa, la estructura. Hay que empezar por ahí. Es por ello que tampoco tienes motivación, vitalidad. Sin embargo, he de decirte que todo esto que expresas aquí tiene solución, porque son muchos los jóvenes que atraviesan experiencias como la tuya. Más de lo que creemos y con mayor frecuencia cada vez. Y es por eso que he mencionado que se puede superar, afrontar, y que se puede conseguir un cambio de vida. La cuestión es de si esos deseos tuyos de sentirte mejor, querida y aceptada, pueden ganar terreno y animarte a cambiarlo. Desconozco de si te lo han sugerido en alguna ocasión, pero explicando todo esto es necesario: te recomiendo que acudas a terapia. Con toda la buena intención, con toda la esperanza que puede haber en una persona como tú. La terapia puede cambiar la vida de las personas, y con un buen profesional estoy segura de que podrías aprender a superar ese pánico social, tu problema con el sexo masculino, contigo misma... todos esos problemas que no te dejan vivir en paz. Finalmente, te invito a contactar conmigo si finalmente te animas. Porque estaré encantada de ayudarte, de que trabajemos en equipo para poder superar todo esto.

Mucho ánimo y un fuerte abrazo.

Sandra Machado
Psicóloga en SYA Psicología

Sandra Machado y Alba Rodríguez Psicólogo en Córdoba

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