Baja autoestima y carencias afectivas
Hola, ante todo muchas gracias por leerme y ayudarme a través de su profesionalidad, consejos y palabras.
Voy a intentar esbozar mi historia de vida de la manera más breve posible, por si sirve para hilar mis conductas o sentimientos.
Soy una chica de 30 años. Siempre fui una niña con mucha bondad y muy tímida de cara a las relaciones sociales, pero con una fuerte personalidad. Mi infancia la recuerdo como una de las mejores etapas de mi vida. El único factor que quiero recalcar de ella, es que mi madre estaba enferma y aunque nos lo intentaban ocultar, resultaba evidente que operación tras operación iba degenerándose su salud. Lo más impactante para mí fue verla muy enferma luchando por vivir a nuestro lado. Para más impacto, dicha enfermedad la heredé. Enfermedad rara y cancerígena, donde salen tumores en todos los órganos vitales del cuerpo, la única cura es su extirpación, en operaciones muy peligrosas, muy largas y muy frecuentes.
Pre-adolescencia: mi vida dio un giro de 180º. Enfermé y perdí la visión total de uno de mis ojos. Esto supuso un fuerte buying durante varios años en el colegio, hecho traumático que me marco de por vida.
Adolescencia: mi madre de nuevo tuvo varias recaídas, tras doce veces operada durante su vida del sistema nervioso central, por médicos que no conocían dicha enfermedad ni su tratamiento, dejándola secuelas irrecuperables. Recuerdo que mi hermano y yo nos despedimos de ella, ella lloraba y no entendíamos porque, tras un mes en la uci, volvimos a verla; era otra persona, lo cual generó en mi un gran rechazo hacia ella: estaba hinchada, no pudo volver a andar, una sonda la alimentaba, tuvo que volver a aprender a comunicarse y un largo etc.
Comencé a tener grandes ataques de ansiedad y pánico. Solo salía de casa para ir al colegio o instituto. No me relacionaba con nadie más, no contaba a nadie lo que sucedía ni como me sentía, todo era un secreto en nuestro hogar. Con 13 años asumí el papel de madre (cocinaba, limpiaba, cuidaba a mi madre que era dependiente total) mi adolescencia fue truncada, tuve que madurar a pasos acelerados, pero seguía manteniendo esa inocencia característica en mí.
Juventud: a los 19 años conocí a un chico del que me enamoré locamente y él de mi (mi primer amor). En esos dos años fui muy feliz, él me llenaba y me daba vida. Pero de nuevo mi vida cambió de repente. Tenía 21 años y mi abuela, la persona que nos había criado, con la que tenía la conexión más fuerte que nunca he tenido, enfermó. En un mes el cáncer se la llevó. No podía creer lo que estaba sucediendo. Lo que más me hace sentir hoy en día culpable fue que durante ese mes que estuvo ingresada diciendo adiós a su vida, no permanecí a su lado todo lo que me hubiese gustado, mi madre estaba cada día más enferma y yo no podía creer todo lo que estaba sucediendo, no lo aceptaba.
El chico con el que estaba, me dejó, puesto que él vivía en otra ciudad en ese momento y nuestra relación, según él: no iba a funcionar, cuando todo era ‘perfecto’. Tras fallecer mi abuela, mi madre no pudo despedirse de ella ni ir a su funeral. A los 3 meses, estábamos mi hermano y en casa cuidándola y escuchamos que se atragantaba, estaba en la cama y había estado todo el día con fuertes dolores de cabeza diciendo que se moría, algo que no logramos asimilar. Al ir corriendo a la habitación la vi dormida, la moví, la hablé pero no respondía. Llamé a la ambulancia y no llegaba, mi padre ese día estaba trabajando, nuestros vecinos justo a esas horas no estaban y nuestra vida se truncó para siempre. Nuestra madre falleció, sin podernos despedirnos de ella, sin volverla a ver. Incluso un chico al que conocí durante esos meses, desapareció para siempre, sin explicaciones, sin volver a tener ninguna señal ni contacto de él.
Fueron unos días durísimos, pero lo duro vino después. Mis días comenzaron a volverse muy negros. Me daban unos ataques de pánico tremendos que no me dejaban salir de casa, ni permanecer sola en ningún lugar, ¡ni en mi propio hogar!. Necesitaba la protección de cualquier persona, me sentía sola, desamparada, muy triste, sentía que me iba apagando y no encontraba sentido a nada, un miedo enorme a vivir me inundaba cada día.
Un amigo íntimo, se fue acercando a mí y surgió entre nosotros una relación, la cual duró casi cinco años. Y el cual me hizo volver a ver el sentido a la vida. Pero esto no duró demasiado, pues la relación comenzó a convertirse en una relación altamente tóxica: recibía insultos muy graves por su parte, perdió el respeto hacia mí, intentó agredirme en varias ocasiones y comenzó a pasar por una mala etapa en la que ni a su familia ni a mí, dejó que le ayudásemos y nos hizo mucho daño. Finalmente me dejó, seguimos siendo amigos , pero en la actualidad no he vuelto a saber nada de él, hace poco cortó la comunicación de manera radical y yo no volví tampoco a comunicarme con él, porque recibí faltas de respeto muy graves en su conducta.
Fabriqué una dependencia emocional, comencé a conocer chicos para olvidarme de él. Además, siempre he sido una chica que si cualquier chico la da cariño o presta atención, en seguida me encanto por ellos o me ‘enamoro’. Esto no se si puede deberse a una carencia afectiva o falta de afecto. No logro encontrar respuestas.
A raíz de este hecho, intenté conocerme a mí misma, a romper mis miedos, las barreras que no me dejaban conocerme ni acompañarme. Poco a poco pude ver que podía estar sola en mi hogar, incluso caminar por la calle y disfrutar de momentos en soledad, tan necesarios e imprescindibles, que nunca antes había vivido. Fue muy motivador para mí y comencé a sentirme muy bien conmigo misma. Aun así sentía una parte de mi vacía y aún no tengo respuestas para comprender que puede ser.
Hace año y medio, otro acontecimiento marcó mi vida. Tuve un recaimiento en mi enfermedad, ni mi padre ni yo asumimos lo que estaba ocurriendo, aun sabiéndolo. En mi comunidad autónoma nunca me han hecho los controles de protocolo y obligatorios de esta enfermedad y así fue que enfermé. Estuve un mes y medio en casa con fuertísimos dolores de cabeza, vomitando 12 veces al día, encontrándome las 24 horas del día mareada y acudiendo a urgencias, los cuales nunca me hacían pruebas y solo me daban un diagnóstico: tienes piedras en el oído o vértigos. Por fin a un médico se le iluminó una luz y me hicieron una resonancia magnética: tumor de 6 centímetros en el cerebelo con hidrocefalia.
Acudí de urgencias al único hospital donde eran expertos en el tratamiento de esta enfermedad, desplazándome a otra comunidad autónoma y sin ayuda administrativa de ningún tipo. Ingresé de urgencias en un estado de alta gravedad. Estuve a punto de fallecer. Después de un mes ingresada y de someterme a numerosas pruebas médicas y una operación de 12 horas de duración, fui recuperándome poco a poco: comencé a comer, a recuperar los diez kilos que había perdido, a aprender a caminar de nuevo y a aprender a mirar la vida con otro prisma. Me sentí muy querida y arropada por mi familia (mi padre, hermano y unos vecinos, cuya unión es muy fuerte entre nosotros) y por mis amigos, los que me dieron fuerzas para seguir luchando, ya que a los 4 meses me volvía a someter a otra delicada operación de 12 horas con la extirpación de 5 tumores. En la actualidad, me encuentro muy bien, plenamente recuperada, aunque con algunas secuelas. Mi concepto de vida cambió, al estar al borde de la muerte y luchar para seguir viviendo. Hoy en día soy una persona que acabó sus estudios de magisterio y la cual está preparando unas oposiciones para ejercer de la profesión que desde niña soñó.
Pero hay días que siguen haciéndose cuesta arriba. En los que no me siento una persona completa: no soy independiente (pues vivo con mi padre y mi hermano los cuales amo con locura y ellos a mí), actualmente no tengo trabajo, no tengo coche, no tengo pareja o hijos, no tengo todas aquellas cosas materiales con las que la gente se siente pleno y feliz y con las que nos tortura esta sociedad consumista y materialista en la que vivimos. Pero sí que tengo el amor más puro y real (el de mi familia, amigos y mis dos perros).
Aun así, me sentiría plena pudiendo desempeñar un trabajo y ganándome la vida, cosas que hasta ahora ha sido muy complicada y he ido tirando con trabajos temporales que he encontrado. Hay días en los que siento un vacío interior y una soledad constantes, donde me gustaría recibir un abrazo, un beso, una caricia y donde siento que tengo falta de afecto físico. De ahí que con cualquier chico que se me arrime, me enloquezco rápidamente. Y cuando me doy cuenta de la realidad (me ‘quieren para un rato’ o para pasarlo bien) vuelvo a sentirme aún más vacía y sola.
Necesito que me den alguna recomendación para cambiar mis pensamientos, transformar mi vida a la positividad y la luz o me recomienden algún tipo de libro de autoayuda que pueda leer. Ya que necesito alguien que me guie. Estoy sintiendo que me estoy encontrando a mí misma (tarea complicada), me estoy planteando el valor que tiene la vida y lo importantes y esenciales que son las pequeñas cosas que nos parecen insignificantes, pero que nos dan la vida (respirar, comer, dar un paseo por la playa, charla con una amiga, darte una ducha, ver volar a los pájaros, escuchar llover, etc). Valoro la vida, la cual es efímera, ¡ la muerte eterna!. Quiero vivir el aquí y el ahora, dejando que la vida fluya, desechando los lastres que me acompañan y mirando la vida con positividad, entusiasmo y plenitud, intentando disfrutar cada día del camino, porque aunque encontremos dificultades en él, la vida es maravillosa y fugaz, es un regalo.
Un abrazo enorme para usted que me está leyendo y mucha luz en su camino.
Gracias de corazón.