¿Es una relación tóxica?
Después de 6 años de relación un día mi pareja recogió sus cosas y se fue de casa. Estábamos pasando una crisis, la más fuerte hasta entonces y yo no lo detuve. Mi corazón le quería decir que se quedara pero mi cabeza me decía que era lo correcto y aprovechara que se iba porque yo nunca habría tenido el valor de dejarlo.
El nuestro no fue una relación muy habitual. Nos queríamos mucho, pero la convivencia fallaba. Cada uno seguía haciendo su vida, con la diferencia de que vivíamos juntos.
Yo tengo las tardes libres y me dedicaba a descansar, estar con mi madre y hacer las tareas de la casa. Él no venía a casa hasta la hora de cenar. La mayoría de las veces por trabajo y otras porque había ido a tomar algo con sus amigos.
Los sábados a la mañana también trabajaba por lo que yo seguía con las tareas del hogar. A las tardes normalmente él estaba cansado y no quería salir y lo que quería era quedar con sus amigos, ir a cenar con ellos y que yo le acompañara. A mí no me gustan sus amigos, porque no compartimos ninguna afición, se metían conmigo diciendo que era una chica muy rara y yo me sentía fuera de lugar. Por lo que intentaba evitar ir con ellos la mayoría de las veces y cuando iba era por obligación.
Los domingos a la mañana él se levantaba cuando estaba yo todavía dormida y se iba a practicar algún deporte. Él quería que le acompañara pero no hago deporte. No me va. Después él venía a casa, para la hora de comer, porque de mientras se había tomado algo con algún amigo. Yo tenía preparada la comida, venían mis padres y comíamos todos juntos.
Él tampoco estaba cómodo en estas reuniones. Nunca ha tenido una buena relación con su familia y no entendía el estar todos los domingos con ellos. Además mi familia es seria, callada, introvertida todo lo contrario a él y no le gustaba. Se sentía fuera del grupo. Y no lo disimulaba. A la tarde íbamos de paseo solos o quedábamos con algún amigo suyo.
La verdad es que no era tal como lo habíamos imaginado. A mí me hubiera gustado que él viniera antes de trabajar y así pasear juntos por la ciudad antes de cenar. Por mi trabajo recorro muchos kilómetros y en mi tiempo libre prefiero no salir de la ciudad dónde vivíamos. A él esto le parece aburrido, la vida de unos jubilados.
A él le hubiera gustado que yo condujera 30km hasta donde trabajara, pasar ahí la tarde con él, viendo como trabajaba, después salir juntos, ir a otra ciudad, pasear, cenar y volver a casa. A mí esto me parecía mucho trajín, después de haber recorrido todos los días más de 200km en el trabajo y haber madrugado. Yo entendía que debíamos de echar raíces en la ciudad donde vivíamos, pero él quería seguir frecuentando los lugares y amistades que tenía allí.
Mi plan de vida era formar una familia, tener hijos y tener una vida tranquila y hogareña en la ciudad donde vivíamos.
Su plan de vida era la de disfrutar, practicar deporte juntos, estar con sus amigos juntos, viajar juntos, que le ayudara en su negocio.
Me dejó porque estaba harto de la monotonía y sentía que para mí él no era lo primordial, sentía que para mí eran más importantes mis padres.
Yo no le detuve, porque veía que él quería compartir su tiempo conmigo, pero junto con sus amigos. Los hijos siempre quedaban postergados en sus planes.
A los meses empezamos a frecuentarnos como amigos, él me miraba con los mismos ojos enamorados con los que habíamos empezado de novios, yo le seguía queriendo como el primer día, me pidió una segunda oportunidad y yo se la dí.
Sin embargo le dije que íbamos a estar como de novios, viéndonos los fines de semana hasta que viera que eso podía funcionar. Él pensaba que íbamos a seguir donde lo dejamos, viviendo juntos desde el principio, pero me dijo que me había dejado él y no me iba a presionar.
Nos lo pasábamos muy bien juntos, nuestra confianza estaba intacta, pero yo veía que lo que nos molestaba antes del uno al otro seguía igual. Él seguía criticando mi modo de vida: hogareña, con poca vida social y apegada a mi madre. Seguía desviviéndose por atender a sus amigos, dándose todos sus caprichos y sin mencionar nunca el tener hijos. En la convivencia íbamos a tener los mismos problemas.
Ya no hacíamos reuniones familiares. Empecé a ayudarle en su negocio los sábados, a acompañarle en alguna de sus aficiones pero aunque lo agradecía nunca era suficiente.
A los 5 meses, no le ayudé a una cena con sus amigos y ya estalló. Me dijo que estaba cansado de esperar tanto, que no era normal que tardara tanto en decidir el convivir con él. Que yo no era lo más importante del mundo para que él estuviera a expensas de lo que yo decidiera. Esto me sentó muy mal y además comprobé que los reproches de siempre volvían y que tal como me temía todo seguía igual. Así que le dije que aquello no iba a ninguna parte y lo mejor era que lo dejáramos.
Me dolió pero estaba segura que era lo mejor. Podríamos ser los mejores amigos, pero como pareja por mucho que nos quisiéramos eramos incompatibles.
Ahora tras 2 meses en los que de vez en cuando nos hablábamos por teléfono, me dice que espera que cambie de opinión y que vuelva con él. Que si nos queremos eso es lo más importante, que hay cientos de parejas que conviven así, ni contigo ni sin ti. Pero juntos y luchando para que funcione.
Yo estoy sufriendo y él también y eso me hace sufrir más todavía. Pienso que soy idiota por renunciar a él. ¿Pero por qué siempre me deja o me dice que está harto de mí pensando que eso me hará hacer lo que él pretende? ¿Por qué sigue criticando tanto mi modo de vida si me quiere tanto, sin aceptarme tal cuál soy, con mis virtudes y defectos? ¿Es ésta una relación tóxica?
Yo le quiero y que más quisiera que darle otra oportunidad pero veo que no funcionaría. ¿Cómo debo de actuar?
Gracias,
Marina